A Edith Piaf
Toda tu voz se fue mimetizando por todos los rincones de la
ciudad de Paris, subió tan alta por el enjambre de la Torre Eiffel, no
quiso enjaularse en sus límites, libre alada se fue viajera sobre el Arco del Triunfo,
enraizada en la copa de los árboles de los Campos Elíseos, voló tan alto que trocó el límite con el coro de
ángeles en el cielo, revoloteando las nubes fue temida, admirada, por gárgolas sobre los tejados de los barrios
pobres olvidados, allí en los café del agobio, su voz pasa enarbolando una
bandera de fortaleza, voz de pregonero piar como ave sin rumbo, ni todo el vocerío de la cuidad, han podido adormecer
tu cantar, ni la belleza de todas las estatuas allí apostadas a la ladera del
camino han podido aplacar esa fuerza infinita de tu gorjeo.
Ave que vas atravesando las grandes avenidas, yendo y viniendo,
a través del tiempo, hay noches que se siente tu lirica posarse en las aguas danzantes
que no duermen para verse iluminadas por tu voz, agua bautismal, brillando
sobre el luto eterno de tu alma, ahí detenida
quedas, como un gorrión que se rehúsa a morir, persevera para donar dulce trino
donde quiera que vaya.
Escogida voz tallada por el universo, ungida con oro triste,
su centelleo cayendo sobre todas las ciudades del mundo, dispersa gema perdida por
los siderales, aunada voz llorosa, de lágrimas congeladas, voz de rara talla, voz
amante, besadora candorosa, voz diamante
que te quedas brillando en el olimpo.
Patricia Araya
@21022015-5741-08071953
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